Este verano le ha tocado el turno a la última novela de Richard Russo, "Tonto de remate" que, como se puede sospechar por el título, continúa con las aventuras de muchos de los personajes de la novela anterior en el tranquilo pueblo de North Bath, Nueva York.
Diez años han pasado desde la anterior novela y pocas cosas han cambiado en North Bath. Bueno, hay algunos personajes de menos. Diez años son muchos años para los más viejos o enfermos del lugar y algunos como la señorita Beryl, o el abogado cojo de Sully, Wirf, han desparecido.
A otros, como a nuestro querido y adorable Sully, les ha cambiado la suerte. Ya no tiene deudas; desde que le tocó por primera vez la triple mientras estaba en la cárcel, ha vuelto a tocarle alguna otra vez y, además, la señorita Beryl le dejó heredero de la casa en la que ya vivía como inquilino. No obstante, no todo es propicio para Sully. Su salud está en crisis total y una afección cardíaca hace que los médicos le hayan dado un tiempo de vida de unos "dos años. Más bien uno, probablemente".
Ahora ya no tiene que trabajar y eso tiene muy triste a Rub que ya no puede estar tanto tiempo con su adorado Sully como cuando se ocupaban juntos de las chapuzas que les proporcionaba Carl Roebuck. Encima Sully, aunque queda en pasar a recogerlo al cementerio donde le ha conseguido a Rub un trabajo, con frecuencia se olvida. Rub estaría dispuesto a cualquier cosa para atraer de nuevo la amistad y la atención de Sully, incluso a perder una pierna "Sully se hubiera sentido culpable, ¿no? [...] con tal de hacerse perdonar, habría echado a Carl Roebuck de la casa de la vieja para instalar en ella a Rub [...] En fin, a Rub no le fascinaba la idea de perder una pierna, pero si era el precio de la amistad, no tenía más opción que pagarlo". Y es que lo que Rub siente por Sully se parece mucho al amor, aunque, tal vez, el desapego de Sully le sirva a Rub para recuperar la atención y el cariño de Bootsie, su poco atractiva y malhumorada mujer.
Ahora ya no tiene que trabajar y eso tiene muy triste a Rub que ya no puede estar tanto tiempo con su adorado Sully como cuando se ocupaban juntos de las chapuzas que les proporcionaba Carl Roebuck. Encima Sully, aunque queda en pasar a recogerlo al cementerio donde le ha conseguido a Rub un trabajo, con frecuencia se olvida. Rub estaría dispuesto a cualquier cosa para atraer de nuevo la amistad y la atención de Sully, incluso a perder una pierna "Sully se hubiera sentido culpable, ¿no? [...] con tal de hacerse perdonar, habría echado a Carl Roebuck de la casa de la vieja para instalar en ella a Rub [...] En fin, a Rub no le fascinaba la idea de perder una pierna, pero si era el precio de la amistad, no tenía más opción que pagarlo". Y es que lo que Rub siente por Sully se parece mucho al amor, aunque, tal vez, el desapego de Sully le sirva a Rub para recuperar la atención y el cariño de Bootsie, su poco atractiva y malhumorada mujer.
Carl Roebuck ha perdido definitivamente a la suya. Tobby, aun enamorada, o precisamente por estarlo, no pudo soportar las infidelidades de Carl y se fue. Ahora Carl, operado de la próstata, tiene problemas de impotencia e incontinencia, pero no puede dejar de pensar en el sexo. Problemas laborales de todo tipo en su empresa de construcción hacen que se cumplan las profecías de Sully cuando decía que Carl arruinaría la boyante empresa que le dejó su padre, Kenny Roebuck. Ahora Carl vive como inquilino de Sully en el piso de arriba de la casa de la señorita Beryl.
Otros personajes cobran nuevo protagonismo y desplazan a Sully, aunque el peso de este sigue siendo importante porque su personalidad domina sobre todo el resto, o, tal vez, es la personalidad del gran Paul Newman que, tras la película, ya siempre será Sully.
Raymer, el policía agredido por Sully, agresión que le supuso ir a la cárcel en la novela anterior, ha ascendido a Jefe de Policía, no entendemos muy bien cómo. Cuando la novela empieza lo vemos asistiendo al entierro del juez Barton Flatt, el mismo que se había preguntado diez años antes a quién se le había ocurrido poner un arma en manos de un mamón, refiriéndose a Raymer. "Así que ahí estaba, bajo aquel sol implacable y tan poco propio de la estación, honrando la memoria de un hombre que lo había despreciado durante casi dos décadas enteras".
Raymer es, quizás, el verdadero protagonista de esta novela. Hace poco más de un año que murió Becka, su mujer, cuando se disponía a huir con su amante y ahora Raymer anda por ahí con el mando a distancia de la puerta de un garaje porque sabe que corresponde al garaje del amante y es la única pista que tiene para dar con él.
El jefe de policía no tiene mucha confianza en sí mismo. Sabe que no solo es tonto, sino que además lo parece porque la gente se ríe de él "hay una diferencia entre ser tonto y parecerlo [...] yo sé que tú eres tonto, Jerome. No hace falta que me convenzas. Estás enamorado de un puto coche [...] Y sin embargo, nadie se ríe de ti".
Raymer sigue siendo el mismo que disparó al aire y estuvo a punto de matar a una anciana sentada en el inodoro de su casa cuando la bala entró por una ventana a escasos centímetro de su cabeza. Sigue siendo el mismo al que el juez Barton Flatt había llamado mamón, el mismo inútil desastroso, pero eso está a punto de cambiar porque, cuando es atacado por un rayo que le atraviesa la mano, alguien o algo toma posesión de los pensamientos de Raymer y se verá a sí mismo, y lo veremos todos, actuando con inusitada osadía y sagacidad. Descubre el placer de la violencia y entiende lo que tuvo que sentir Sully diez años antes cuando le estrelló el puño en la cara después del desafortunado disparo.
Otros viejos amigos aparecen en "Tonto de remate". Ruth era la amante de Sully. Ya no son más que amigos y Ruth quiere recuperar un poco de ternura y cariño por Zach, su marido, el hombre que lleva años sabiendo, sufriendo y perdonando la relación de los amantes. Zach es un buen hombre que quiere demasiado a Ruth o, tal vez, lo que pasa es que se quiere demasiado a sí mismo. No importa, el amor propio termina por traducirse en amor por los demás, y "no perdonamos a los demás porque se lo merezcan [...] Los perdonamos porque nos lo merecemos nosotros".
No obstante, Ruth no lo tiene muy claro. Cuando está con Sully en el restaurante piensa que quiere tratar mejor a su marido, pero unas horas después, en casa, con Zach, siente haberse portado cruelmente con Sully insinuándole que se vaya a descansar a las playas de Aruba. Aunque puede que Ruth no tenga mucho tiempo para resolver sus contradicciones porque Roy, su yerno, acaba de salir de la cárcel. Y en su lista de agravios a cobrarse figuran Ruth y Sully en los primeros puestos.
Peter y Will, hijo y nieto de Sully repectivamente, apenas aparecen más que como evocaciones de su padre y abuelo. Will se irá pronto a estudiar a la Universidad y Peter piensa trasladarse para estar cerca de su hijo, con lo que ambos terminarán siendo dos seres que poblaron la vida de Sully durante los últimos diez años, un paréntesis en el que tuvo hijo y nieto y durante el cual ha vivido lo más parecido a una vida familiar que es capaz de soportar.
Si "Ni un pelo de tonto" me gustó, "Tonto de remate" me ha gustado aún más. En North Bath han pasado diez años, pero en la obra de Russo han sido necesarios veinticuatro para pasar de una novela a otra. Mucho ha escrito Russo en ese tiempo y se nota. Los personajes adquieren más profundidad si cabe, que en la obra anterior; las situaciones se describen con humor, con todo lujo de sentimientos y reflexiones. La novela es un canto a la vida lleno de optimismo o aceptación, pero, si alguna vez aparecen la lástima o el victimismo, es solo para burlarse de ellos, para criticarlos, para ponerlos sutilmente, como ejemplos de lo que nos destruye.
El escritor, nacido en Johnstown, al norte del estado de Nueva York, ubica la acción en esa zona que tan bien conoce, haciendo de Norh Bath una ciudad que ya vamos conociendo; sabemos de su grandeza pasada y de su decadencia actual, de su rivalidad y envidia de la vecina Schuyler Springs que mantuvo sus aguas medicinales cuando los manantiales de North Bath ya se había secado. Conocemos sus calles, sus bares, sus hoteles abandonados y sus parques.
Richard Russo, a quien conocí por casualidad al comprar un libro que se titulaba "Alto riesgo", y que me dio buen rollo en un cajón de saldos, ha conseguido no decepcionarme en las seis novelas que he leído después. Todo lo contrario, lo que ha conseguido es que cada vez me sienta más atraída por sus libros y por su manera de contarnos la vida.
Si a alguien le interesa saber más cosas de mi afición a este autor, en este enlace puede ver mis reseñas de sus novelas.
Raymer, el policía agredido por Sully, agresión que le supuso ir a la cárcel en la novela anterior, ha ascendido a Jefe de Policía, no entendemos muy bien cómo. Cuando la novela empieza lo vemos asistiendo al entierro del juez Barton Flatt, el mismo que se había preguntado diez años antes a quién se le había ocurrido poner un arma en manos de un mamón, refiriéndose a Raymer. "Así que ahí estaba, bajo aquel sol implacable y tan poco propio de la estación, honrando la memoria de un hombre que lo había despreciado durante casi dos décadas enteras".
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Raymer (Philip Seymour Hoffman) y Sully (Paul Newman) en "Ni un pelo de tonto" |
Raymer es, quizás, el verdadero protagonista de esta novela. Hace poco más de un año que murió Becka, su mujer, cuando se disponía a huir con su amante y ahora Raymer anda por ahí con el mando a distancia de la puerta de un garaje porque sabe que corresponde al garaje del amante y es la única pista que tiene para dar con él.
El jefe de policía no tiene mucha confianza en sí mismo. Sabe que no solo es tonto, sino que además lo parece porque la gente se ríe de él "hay una diferencia entre ser tonto y parecerlo [...] yo sé que tú eres tonto, Jerome. No hace falta que me convenzas. Estás enamorado de un puto coche [...] Y sin embargo, nadie se ríe de ti".
Raymer sigue siendo el mismo que disparó al aire y estuvo a punto de matar a una anciana sentada en el inodoro de su casa cuando la bala entró por una ventana a escasos centímetro de su cabeza. Sigue siendo el mismo al que el juez Barton Flatt había llamado mamón, el mismo inútil desastroso, pero eso está a punto de cambiar porque, cuando es atacado por un rayo que le atraviesa la mano, alguien o algo toma posesión de los pensamientos de Raymer y se verá a sí mismo, y lo veremos todos, actuando con inusitada osadía y sagacidad. Descubre el placer de la violencia y entiende lo que tuvo que sentir Sully diez años antes cuando le estrelló el puño en la cara después del desafortunado disparo.
Otros viejos amigos aparecen en "Tonto de remate". Ruth era la amante de Sully. Ya no son más que amigos y Ruth quiere recuperar un poco de ternura y cariño por Zach, su marido, el hombre que lleva años sabiendo, sufriendo y perdonando la relación de los amantes. Zach es un buen hombre que quiere demasiado a Ruth o, tal vez, lo que pasa es que se quiere demasiado a sí mismo. No importa, el amor propio termina por traducirse en amor por los demás, y "no perdonamos a los demás porque se lo merezcan [...] Los perdonamos porque nos lo merecemos nosotros".
No obstante, Ruth no lo tiene muy claro. Cuando está con Sully en el restaurante piensa que quiere tratar mejor a su marido, pero unas horas después, en casa, con Zach, siente haberse portado cruelmente con Sully insinuándole que se vaya a descansar a las playas de Aruba. Aunque puede que Ruth no tenga mucho tiempo para resolver sus contradicciones porque Roy, su yerno, acaba de salir de la cárcel. Y en su lista de agravios a cobrarse figuran Ruth y Sully en los primeros puestos.
Peter y Will, hijo y nieto de Sully repectivamente, apenas aparecen más que como evocaciones de su padre y abuelo. Will se irá pronto a estudiar a la Universidad y Peter piensa trasladarse para estar cerca de su hijo, con lo que ambos terminarán siendo dos seres que poblaron la vida de Sully durante los últimos diez años, un paréntesis en el que tuvo hijo y nieto y durante el cual ha vivido lo más parecido a una vida familiar que es capaz de soportar.
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Richard Russo |
El escritor, nacido en Johnstown, al norte del estado de Nueva York, ubica la acción en esa zona que tan bien conoce, haciendo de Norh Bath una ciudad que ya vamos conociendo; sabemos de su grandeza pasada y de su decadencia actual, de su rivalidad y envidia de la vecina Schuyler Springs que mantuvo sus aguas medicinales cuando los manantiales de North Bath ya se había secado. Conocemos sus calles, sus bares, sus hoteles abandonados y sus parques.
Richard Russo, a quien conocí por casualidad al comprar un libro que se titulaba "Alto riesgo", y que me dio buen rollo en un cajón de saldos, ha conseguido no decepcionarme en las seis novelas que he leído después. Todo lo contrario, lo que ha conseguido es que cada vez me sienta más atraída por sus libros y por su manera de contarnos la vida.
Si a alguien le interesa saber más cosas de mi afición a este autor, en este enlace puede ver mis reseñas de sus novelas.